Una de las claves de la producción ganadera: eficiencia en la siembra e implantación de pasturas
Antes de ser ganaderos, los productores deben ser eficientes en la producción de pasto, dado que este es el principal recurso para generar carne y leche. La siembra y la implantación de las pasturas son determinantes en la futura producción y persistencia del recurso forrajero. Aplicar correctamente las prácticas agronómicas básicas permite una mayor producción animal y un incremento en la rentabilidad del sistema.
Elección de especies y sectorización de ambientes
El primer paso en la planificación de la pastura es la elección de la especie a sembrar, determinada por el tipo de suelo, el destino de la producción (cría, recría, invernada o tambo) y las necesidades de forraje del sistema. En suelos agrícolas de alta aptitud (clases I y II), las pasturas basadas en alfalfa, puras o en mezcla con gramíneas perennes templadas, representan la mejor alternativa debido a su potencial productivo. A medida que se incrementan las limitantes para la alfalfa, es preferible optar por gramíneas perennes como festuca o agropiro, puras o en mezclas con leguminosas como trébol blanco, trébol rojo, lotus o melilotus. La Figura 1 resume las especies recomendadas en función de la topografía y una característica química del suelo como es el pH.

En muchas situaciones, la siembra debe realizarse en lotes heterogéneos. Para una correcta sectorización de los ambientes, es recomendable recurrir a herramientas como el análisis de suelo, imágenes satelitales y especies indicadoras, como gramón, pelo de chancho, salicornia, etc. (Bigliardi y Cataño, 2011). En lotes sin posibilidad de sectorización, la mejor estrategia es sembrar praderas polifíticas, combinando especies que puedan adaptarse a distintos microambientes dentro del lote, como por ejemplo, festuca + agropiro + lotus + trébol frutilla.
Manejo anticipado del lote
Definir la especie es solo el inicio. El manejo del lote previo a la siembra es crucial y debe planificarse con suficiente anticipación. Esto incluye la elección del cultivo antecesor, que debe liberar el lote a tiempo para preparar el suelo y sembrar en la fecha óptima. En sistemas de siembra directa, el volumen de rastrojo debe ser el mínimo requerido para que se pueda regular adecuadamente la profundidad de siembra, aspecto determinante para la implantación de especies forrajeras, cuyas semillas son de tamaño reducido.
Además, el control de malezas debe ser riguroso, especialmente contra gramón o raigrás anual semillado. Dependiendo de la situación, se puede recurrir a herbicidas pre-siembra o pre-emergencia. Si hay escapes, es posible aplicar herbicidas post-emergentes a partir de la 3° hoja trifoliada en leguminosas y de la 3° hoja en gramíneas.
¡Es fundamental sembrar en la fecha recomendada!
El calendario de siembra es otro factor determinante. En el área de influencia de la EEA Balcarce, bajo condiciones normales de humedad (sin deficiencias hídricas), se recomienda sembrar entre fines de febrero y fines de marzo. Durante este período, la temperatura y la radiación solar favorecen la implantación y el crecimiento inicial de las plántulas. En la medida en que se atrasa la fecha de siembra, dichas condiciones se van tornando más desfavorables.
Sembrar fuera del período óptimo tiene consecuencias importantes. Cada semana de retraso puede postergar dos semanas o más el primer pastoreo con un volumen adecuado de forraje. Una siembra en mayo, por ejemplo, implica que el primer pastoreo recién podrá realizarse en septiembre u octubre. Esto impacta fuertemente sobre diversos aspectos del sistema. Por un lado, está la necesidad de contar con alimentos que son generalmente más costosos que las pasturas y verdeos. En adición, para reducir dichos costos, se suele ejercer sobrepastoreo invernal sobre los recursos existentes, con la consecuente pérdida de capacidad productiva de los mismos. Por último, en ambientes con alto riesgo de encharcamiento, la siembra tardía derivará en plántulas muy pequeñas en la época invernal, las cuales son susceptibles a los excesos hídricos, lo que suele reducir fuertemente la implantación (Iturralde Elortegui et al., 2020).
Preparativos para una siembra eficiente
Para garantizar una siembra efectiva, es necesario coordinar los siguientes aspectos:
- Maquinaria: Establecer la fecha de siembra (que dependerá de las cuestiones tratadas previamente) y contactar al contratista con antelación para programar la siembra y realizar ajustes en la sembradora en pos de una labor más eficiente.
- Semilla: Asegurar disponibilidad y calidad de la semilla, verificando su valor cultural (pureza y poder germinativo). Valores culturales bajos afectarán negativamente el coeficiente de logro de la pastura. El uso de semilla certificada garantiza un valor cultural igual o superior al mínimo establecido por la ley. Si el análisis es anterior a 6 meses, se recomienda reanalizar la semilla.
Un aspecto no menor es el peso de mil semillas (P1000). Debido a que cada vez es más frecuente el pildorado o pelleteado de la semilla (i.e. revestir a la semilla con una mezcla de rizobios, un fungicida o un insecticida, carbonato de calcio y un aglutinante), donde el peso de la semilla se incrementa. Por ello, se recomienda enfáticamente, conocer previo a la siembra, el P1000. A modo de ejemplo, el P1000 de alfalfa sin pildorar, o semilla desnuda, es de unos 2 g. Esto implica que en una bolsa de 25 kg disponemos de 12.500.000 semillas. Mientras que en muchos casos el píldorado incrementa el P1000 a 3 g, lo que implica que, en la misma bolsa de 25 kg, disponemos en realidad de 8.333.333 semillas. Como se puede deducir, conocer el verdadero peso de mil semillas, es realmente relevante.
- Nutrientes: En nuestra región, en otoño e invierno, la oferta edáfica de fósforo suele ser limitada, lo cual restringe el crecimiento de las plántulas. Si el análisis de suelo indica menos de 12 ppm de fósforo disponible, se debe aplicar fertilizante fosfatado.
Siembra: aspectos técnicos fundamentales
La densidad de siembra debe ajustarse según el P1000, el valor cultural de la semilla, y el coeficiente de logro. En pasturas mezclas, se recomienda implantar entre 300 y 400 plantas/m², en proporciones equilibradas entre gramíneas y leguminosas, y similar número se recomienda en pasturas puras de alfalfa.
El porcentaje de logro depende en gran medida de la profundidad de siembra y de la velocidad de avance de la maquinaria. Relevamientos realizados sugieren que el mismo, en pasturas, fluctúa entre 10-70%, siendo 30% el valor promedio. Abajo, te mostramos la densidad de siembra necesaria para implantar 300 plantas/m2 de alfalfa, cuya semilla tiene 95% de poder germinativo, 95% de pureza y por ser pildorada (o pelleteada) tiene un peso de 1000 de 2,7 g. En el caso de un muy buen sembrador (50% logro), la densidad necesaria seria de 18 kg/ha de semilla, mientras que en un sembrador promedio (30 % logro) y un mal sembrador (15 % logro) las densidades necesarias serian de 30 y 70 kg/ha de semilla, respectivamente.
En la siembra propiamente dicha la velocidad de avance no debe ser mayor a 5-6 km/h para, como dijimos anteriormente, no afectar el % de logro, pero también para conseguir una adecuada distribución de la semilla en la línea y evitar “saltos” que puedan perjudicar la profundidad de siembra. Respecto a esto último, no debe ser mayor a 1,5 cm en gramíneas y 1 cm en leguminosas. Sin embargo, si se remueven las ruedas tapadoras, se logra hacer un surco profundo (profundidad aparente) y así ubicar la semilla en la zona con buena disponibilidad de humedad. La profundidad real de la semilla queda definida por la tierra que se desmorona por encima de la misma y queda en contacto con el suelo por la presión que ejerce la rueda aprieta semillas (Figura 2) (Capelle, 2012).
Por otra parte, en nuestro país, no existen sembradoras específicas de pasturas. Las que se usan son sembradoras de grano fino adaptadas. Por ello, la distancia entre hileras actualmente utilizada (20-21 cm) es mayor a la recomendada para pasturas (15-17 cm). Para contrarrestar esto, muchos productores, realizan siembras cruzadas o al sesgo. Sin embargo, las evidencias científicas obtenidas en festuca alta, agropiro alargado y alfalfa, muestran que no hay mejoras por utilizar esquemas de siembra del tipo cuadrícula o cruzado (Bertrám, 2008; Olivo et al., 2020).
La pastura se implantó ¿y ahora qué?
Para estimar el éxito de la siembra a partir de los 50-60 días se debe evaluar la cantidad de plantas logradas en relación con la semilla utilizada para poder tomar decisiones como una posible resiembra. Este es un buen momento para calcular nuestro propio porcentaje de logro. Para ello, debemos conocer las plantas viables sembradas a través de la siguiente fórmula:
Plantas viables sembradas = (Densidad* 100 * % PG * % Pureza) / P1000
Por último, debemos contar las plantas aparecidas en 1 m2 y aplicar la siguiente formula:
% logro = plantas aparecidas/m2 / plantas viables sembradas/m2
Si la siembra se realizó a 20 cm entre líneas, las plantas aparecidas se pueden contar en 1 m lineal y al valor encontrado se lo multiplica por 5 para llevarlo a 1 m2. Si se sembró a 15 cm se cuenta en 1 m lineal y al valor se lo multiplica por 5,88 (1/0.17 = 5,88).
Primer pastoreo ¿Cuándo?
Si la pastura es base gramínea, el primer pastoreo es importante porque se favorece el ingreso de luz a los estratos inferiores y se logra promover la generación de nuevos macollos. El mismo debe efectuarse con animales livianos, cuando el entresurco se cierra, con las plantas arraigadas y el piso firme. De lo contrario, pueden perderse plantas debido a la compactación superficial generada por pisoteo y se arrancarían plantas que no han logrado un buen enraizamiento.
En alfalfas puras, se recomienda demorar el primer ingreso hasta una acumulación de 3000-4000 kg MS/ha. En líneas generales, estos valores de biomasa se obtienen con una altura de planta de 40-50 cm. Esto se debe a que el período de implantación es crítico para que puedan desarrollarse las raíces, lo cual asegura una mayor persistencia y producción en el largo plazo. Si la alfalfa está sembrada con gramíneas se sugiere demorar la entrada de animales lo más posible, pero controlando que las gramíneas no hagan un sombreo excesivo sobre las plantas de alfalfa. En estos casos, sobre todo si el sombre es severo, se recomienda un pastoreo, para que las plantas de alfalfa se liberen de dicha competencia. Similar recomendación aplica para una situación de alfalfa pura muy enmalezada.
Consideraciones finales
El inicio de la siembra de pasturas es un momento clave que requiere una planificación estratégica. Antes de avanzar con la implantación, es fundamental retroceder dos pasos. Primero hay que diseñar un plan forrajero en función de la demanda específica de cada sistema productivo. Solo después de analizar esta información con precisión, se podrá determinar la necesidad real de siembra. Esta metodología permite organizar cada etapa con la antelación suficiente para una siembra e implantación exitosa.