La raza Hereford se ha consolidado como una de las más tradicionales y extendidas en diversas regiones de Argentina, adaptándose a diferentes ambientes agroecológicos y sistemas de producción. Su rusticidad y versatilidad la convierten en una raza confiable para los productores ganaderos.
La Asociación Argentina de Criadores de Hereford (AACH) lidera el mejoramiento de la raza mediante la recopilación y análisis de datos genealógicos, productivos y genómico a través del Programa de Evaluación Genética (PEG), sistema para la evaluación de reproductores.
En ese marco, la consanguinidad es un indicador clave para la sustentabilidad genética y productiva.

¿Qué es la consanguinidad y por qué importa?
El porcentaje de consanguinidad representa la probabilidad de poseer genes idénticos que un individuo recibe de su padre y de su madre debido a su parentesco. Puede tener efectos tanto positivos (uniformidad fenotípica del rodeo y la fijación de características deseables) como negativos (depresión consanguínea que reduce el rendimiento productivo).
Diversos estudios han demostrado que, a mayor consanguinidad, menor productividad. Por ejemplo, en la raza Brangus de Argentina, se ha observado que el peso final puede disminuir entre 8 y 12 kg por cada 10% de aumento en la consanguinidad. Por eso, monitorear este indicador se vuelve clave en programas de selección genética.
Pero ¿Cómo está hoy este parámetro en la raza Hereford de Argentina?
Gracias al trabajo conjunto entre la AACH y el Grupo de Genética y Mejoramiento Animal de la Unidad Integrada Balcarce, se analizaron registros genealógicos desde 1935 hasta 2023 para estimar los niveles de consanguinidad en la raza.
Los resultados muestran que la gran mayoría de los animales registrados tienen niveles bajos o nulos de consanguinidad (Figura 1), lo que refleja una buena gestión en los apareamientos a lo largo del tiempo. Sin embargo, se observa una tendencia creciente en los últimos 25 años (Figura 2), una situación esperable en poblaciones con registros cerrados y bajo selección.
Para entender mejor cómo ha evolucionado la consanguinidad en la raza Hereford de Argentina, se tomó como referencia un grupo actual de animales nacidos entre 2018 y 2022 con padres conocidos y de origen local. Se estimó una consanguinidad promedio de 2,4%. Este valor es relativamente bajo, incluso en comparación con otras razas como Angus en Estados Unidos, donde alcanza el 6%. Parte de esta baja consanguinidad podría deberse al ingreso de genética importada, que diversifica el pool genético y reduce los apareamientos entre individuos emparentados.
¿Quiénes contribuyen más a la consanguinidad?
El análisis permitió determinar que el 81% de la consanguinidad se origina en animales nacidos en Argentina, seguidos por Estados Unidos (16%) y Canadá (3%). Como era de esperarse, los machos contribuyen en mucha mayor medida a la consanguinidad (87%) respecto a las hembras (13%). Los reproductores de origen local contribuyen con 63% de los genes del Hereford argentino mientras que el resto se reparte entre Estados Unidos (28%), Canadá (5,5%) y Uruguay (2%) (Figura 3).
¿Qué implicancias tiene esto para el criador?
Aunque los niveles actuales no son preocupantes, la tendencia ascendente exige una mirada estratégica a largo plazo. La información disponible en los catálogos del PEG y el conocimiento de los pedigríes son aliados clave para tomar decisiones de selección más precisas y estratégicas.
Una investigación en marcha busca evaluar también la contribución de la información genómica al seguimiento de la consanguinidad. Un manejo responsable de este parámetro no solo preserva la variabilidad genética, sino que también sostiene el potencial productivo de los rodeos.

Conclusión
La consanguinidad en la raza Hereford argentina se mantiene en niveles bajos, pero con una evolución que debe ser monitoreada para asegurar la variabilidad genética y el potencial productivo. Conocer la estructura poblacional y su dinámica permite a los criadores basar el manejo y el mejoramiento genético en datos reales y comprobables. La genética no es solo cosa de laboratorios: es una herramienta concreta al servicio de la producción, y entenderla es clave para quienes apuestan al futuro de la raza.