Ganadería ovina argentina, oportunidades para un sector que puede volver a ser grande

Ganadería ovina argentina, oportunidades para un sector que puede volver a ser grande

Aunque Argentina ya no cuenta con los más de 75 millones de cabezas ovinas que tuvo en su apogeo, la actividad sigue siendo estratégica en varias regiones del país. En un contexto de bajo consumo, rentabilidad limitada y mercados poco desarrollados, el sector busca reinventarse a través de la innovación, el agregado de valor y la diversificación de productos como la carne y la leche ovina. 

La ganadería ovina, que en sus mejores momentos llegó a superar los 75 millones de cabezas, atraviesa en la actualidad una compleja etapa de transformación. Aunque el país ya no cuenta con los números de antaño, la actividad sigue siendo clave en varias regiones. Sin embargo, hoy enfrenta un escenario de retos económicos y cambios en los hábitos de consumo que desafían su futuro.  

A principios del siglo XX, Argentina era una de las potencias mundiales en producción de lana y carne ovina. Con 75 millones de cabezas, el país vivió una época dorada para la actividad. Sin embargo, el auge de la ganadería vacuna y el avance de la agricultura desde la década de 1960 llevaron a una drástica caída. Fundamentalmente por el derrumbe de los precios de la lana, cuero y, en el último tiempo, de la carne. Actualmente, Argentina cuenta con 12.440.000 ovinos (SAGyP, 2024) y la actividad está fuertemente concentrada en el sur del país, especialmente en Chubut, Santa Cruz, Río Negro y Buenos Aires y en el litoral. 

En la provincia de Buenos Aires las majadas comerciales están radicadas principalmente en las regiones “Sudoeste”, “Mar y Sierras” y “Depresión del Salado”. Los Partidos de Patagones, Coronel Pringles, Ayacucho, Olavarría, Azul, Villarino y Rauch concentran el 33,2% de los ovinos de la provincia (ver figura 1). 

Figura 1.

A pesar de los esfuerzos por recuperar el sector, los números hablan por sí solos. En 1995, el stock de ovinos apenas superaba los 16 millones y, a pesar de algunos repuntes, nunca volvió a los niveles históricos. El problema se agrava cuando se observa la baja rentabilidad de la carne y la lana, que afecta a toda la cadena productiva y cuyas cadenas comerciales son deficientes. 

La Patagonia sigue siendo el corazón de la producción de lana en Argentina, hogar de la raza Merino, mundialmente conocida por su finura. A pesar de su calidad, la lana en su mayoría se exporta, mientras que el mercado interno sigue siendo débil. En Buenos Aires, la producción de lana es menos rentable, ya que las razas predominantes no tienen el mismo valor comercial. 

En estos momentos, los productores intentan explorar alternativas para agregar valor, desde el hilado artesanal hasta el uso de la lana para la fabricación de paneles aislantes térmicos y acústicos. Sin embargo, los cambios no son suficientes para transformar un mercado que aún depende en gran medida de la exportación. 

El consumo de carne ovina en Argentina sigue siendo mínimo. Mientras que la carne vacuna y aviar lideran las estadísticas con alrededor de 50 kg por habitante al año cada uno, la carne de cordero apenas llega a 0,2 kg. Se estima que este número sería en realidad superior (hasta alrededor de 1,5 Kg) si se toma en cuenta la venta y faena informal que podría representar hasta el 80% del total (ver figura 2). 

Figura 2.

La carne ovina, sin embargo, es un producto saludable y nutritivo, rico en proteínas de alta calidad, hierro, zinc y vitaminas. Pese a sus beneficios, el consumo sigue siendo bajo. El principal obstáculo es su bajo hábito de consumo; la estacionalidad de la producción y oferta (ver figura 3); la insuficiente infraestructura de faena, refrigeración y transporte; la falta de mano de obra capacitada y “motivada” y la baja rentabilidad para los productores.  

 

La leche ovina es otro producto que, aunque aún en menor volumen, ha comenzado a ganar relevancia en los últimos años. Utilizada principalmente para la elaboración de quesos, dulce de leche y helados, esta leche tiene un altísimo valor nutricional ya que es más rica en contenido proteico y graso que la leche vacuna. En Argentina, el sector de la leche ovina ha demostrado un gran potencial de crecimiento, especialmente a través de sus variedades de queso, que pueden alcanzar precios de hasta 30 dólares por kilo, convirtiéndolo en una actividad altamente rentable. 

A pesar de la incorporación de tecnología, como pasturas de alta producción, manejo avanzado, mallas eléctricas, riego, inseminación artificial y diagnóstico gestacional, el sector no ha logrado aún cubrir toda la demanda. Esta brecha de crecimiento indica que la producción de leche ovina tiene un futuro prometedor, pero necesita más inversión y desarrollo para aprovechar todo su potencial. 

Una mirada al futuro: Innovación y adaptación 

El sector ovino no está condenado a desaparecer, pero requiere de una reestructuración profunda para adaptarse a las nuevas exigencias del mercado. Si bien los productores enfrentan obstáculos, también existen oportunidades. Con el foco en la sustentabilidad, el bienestar animal y la innovación, la ganadería ovina puede recuperar terreno. 

En un mundo en constante cambio y transformaciones cada vez más veloces exige una permanente adaptación. Avances tecnológicos, cambio en los hábitos de consumo, cuidado del medioambiente, bienestar animal, alianzas estratégicas, asociativismo son, entre otros, algunos aspectos que debemos abordar. La Argentina necesita repensar la ganadería ovina: cómo aprovechar mejor sus productos, incentivar el consumo interno y dar el salto hacia mercados internacionales más competitivos. 

El resurgir de la ganadería ovina en Argentina dependerá de su capacidad para innovar y adaptarse. Con un contexto mundial que exige un equilibrio entre producción y medio ambiente, el sector tiene la oportunidad de revalorizarse, diversificando sus productos y apostando por el consumo interno. El tiempo corre y las decisiones tomadas en los próximos años marcarán el futuro de un sector con una historia que aún tiene mucho por tejer.

 

Destacado

La ganadería ovina argentina enfrenta desafíos estructurales, pero también abre oportunidades: con innovación, tecnología y nuevos hábitos de consumo, el sector podría recuperar protagonismo.