Control de Varroa previo al receso productivo: clave para la supervivencia invernal de las colmenas

Control de Varroa previo al receso productivo: clave para la supervivencia invernal de las colmenas

La sanidad de las colmenas antes del receso invernal es determinante para asegurar la productividad apícola en la próxima temporada. Un monitoreo oportuno y tratamientos estratégicos contra la Varroa pueden marcar la diferencia entre colmenas viables y pérdidas irrecuperables.

La producción apícola puede entenderse como un ciclo que involucra varias etapas clave: preparación para el receso productivo, receso invernal, temporada productiva, multiplicación de colonias y cosecha. Cada una de estas fases demanda prácticas específicas. Pero es la primera la que establece las bases para todo lo que vendrá. 

El trabajo apícola en esta época debe centrarse en una inspección de fin de temporada completa. Dicha evaluación debe contemplar la disponibilidad de reservas energéticas y proteicas (el llamado “bloqueo de la cámara de cría”) y un diagnóstico sanitario preciso. Ambos aspectos son decisivos para que las colmenas sobrevivan el invierno y arranquen la próxima temporada con fuerza. 

 


Varroa destructor: un enemigo silencioso 

Entre los factores sanitarios, el control de Varroa destructor es el más relevante en esta época del año. Este ácaro parasita a las abejas melíferas (Apis mellifera), alimentándose de sus cuerpos grasos y hemolinfa, debilitando de forma progresiva tanto a individuos como a colonias enteras. El daño, irreversible, no solo es directo: la Varroa es también vector de virus que deterioran aún más la salud de las abejas. 

Por eso, es fundamental realizar un tratamiento en el momento oportuno: luego del bloqueo de la cámara de cría. Este momento asegura que la mayor parte de la población de Varroa quede expuesta, sin cría operculada que la proteja, permitiendo una mayor eficacia de los tratamientos acaricidas. Además, se garantiza que las nuevas abejas, que formarán la población invernante, se desarrollen sin carga parasitaria y puedan acumular reservas corporales adecuadas. 


Monitoreo, tratamientos y principios activos 

El monitoreo previo y posterior al tratamiento es tan importante como la aplicación misma del producto. La técnica más extendida es la prueba del frasco con alcohol (o con detergente), que permite calcular el porcentaje de infestación de Varroa en la población de abejas. 

El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) recomienda el uso de productos aprobados y, muy especialmente, la rotación de principios activos para evitar la aparición de resistencias. Este último aspecto es central: la eficacia de los productos puede disminuir considerablemente si se aplica el mismo principio activo de manera reiterada, campaña tras campaña. 

En paralelo, es necesario llevar registros de campo detallados que incluyan fechas de monitoreo, resultados, productos aplicados, dosis y condiciones climáticas. Esta práctica, además de aportar al manejo sanitario, mejora la trazabilidad de la miel y puede ser un diferencial comercial en mercados que valoran la sanidad y la transparencia.

 

Fuente: SENASA

 

Más allá de la Varroa: otras tareas de otoño 

Si bien la Varroa concentra buena parte de la atención, el otoño también es momento para revisar otros aspectos clave del estado sanitario de las colmenas. Entre ellos: 

Evaluación del estado de la cría: es necesario revisar signos de enfermedades como Loque americana y europea. En el caso de la Loque americana, la normativa obliga a eliminar las colmenas afectadas debido a su alto poder de contagio y persistencia en el ambiente. 

Edad y rendimiento de la reina: se sugiere evaluar la performance de la reina y programar su recambio en primavera si se observan señales de decaimiento en la postura. 

Condiciones de la colmena: revisar la cantidad y calidad de reservas, así como el volumen poblacional. Una colmena débil o con escasos recursos difícilmente supere el invierno sin intervención.


Mirada estratégica para una apicultura sostenible 

En un contexto donde la apicultura se enfrenta a múltiples desafíos –cambio climático, pérdida de biodiversidad floral, presión de agroquímicos–, el manejo sanitario preventivo se vuelve central. Prevenir es más económico, efectivo y sustentable que intervenir de urgencia. 

La profesionalización del manejo apícola apunta a brindar herramientas, información técnica y criterios de decisión basados en la ciencia, adaptados a las realidades locales.