El manejo temprano de las lechonas puede marcar una diferencia decisiva en su futuro reproductivo. Un estudio realizado en una granja comercial de la provincia de Buenos Aires comparó hembras criadas por su madre biológica con otras adoptadas en las primeras 24 horas de vida. Los resultados mostraron que la crianza materna directa se asocia con performance reproductiva superior a las adoptadas, lo que abre interrogantes sobre los efectos a largo plazo de las prácticas habituales de adopción cruzada en los sistemas intensivos de producción porcina.
El vínculo temprano: más que una cuestión de aceptación
En el cerdo, el olfato desempeña un papel clave en el comportamiento, incluyendo el reconocimiento madre-cría. Durante las primeras 24 horas posteriores al parto ocurre un “período ventana” de troquelado, donde se establece un vínculo sensorial duradero entre la cerda y sus lechones.
Las adopciones cruzadas durante esta etapa suelen incluir técnicas como frotar al lechón con fluidos o placentas de la camada receptora, o aplicar sustancias enmascarantes en las narinas de la cerda, con el objetivo de facilitar la aceptación del lechón extraño. Si bien estas maniobras pueden tener éxito en la integración temprana, su impacto en el desarrollo conductual y reproductivo de las lechonas no ha sido del todo explorado en condiciones comerciales.
Estudios previos han demostrado que las experiencias postnatales tempranas, incluida la calidad del cuidado materno, pueden dejar huellas duraderas en el comportamiento de los animales (Champagne, 2008; Chidgey et al., 2016). En los sistemas de producción porcina, donde la tasa de reposición de hembras es alta, cualquier factor que influya en la eficiencia reproductiva reviste especial interés para los productores.
Evidencia en granja: la crianza biológica mejora los resultados reproductivos
Bajo esta premisa, se llevó a cabo una evaluación en una granja intensiva de 300 madres en la provincia de Buenos Aires de razas Landrace y Yorkshire. Se comparó el desempeño reproductivo entre hermanas enteras que fueron criadas por su madre biológica y aquellas que fueron adoptadas por otras cerdas (Figura nº1).

Durante la primera jornada postparto, se realizaron adopciones en función del peso y el número de lechones por camada. A lo largo del ciclo de vida de las lechonas seleccionadas, se midieron variables clave: selección para reposición, manifestación de celo, inseminación efectiva y parición.
Siguiendo el registro iniciado tempranamente en la vida de las hembras, al destete (a los 28 días de edad) las mismas fueron pesadas y registradas individualmente (Foto 1), lo que permitió contar con una base precisa para el seguimiento posterior.

Posteriormente, aquellas cachorras que cumplían los criterios fenotípicos pasaron a un alojamiento diferenciado como futuras reproductoras (Foto 2). Esto fue clave para asegurar que sólo los animales con las características deseadas continuaran en el plantel reproductor.

El proceso de selección se completó en la etapa reproductiva (Foto 3): algunas nulíparas que habían sido servidas mostraron celo nuevamente a los 21 días, lo que indicó que no habían quedado preñadas.

Finalmente, las hembras que gestaron ingresaron a maternidad para parir y criar sus camadas (Foto 4). Esta fase permitió observar la conducta de las mismas durante la lactancia y evaluar su productividad en esta etapa (resultados publicados como parte de otro estudio).

El análisis estadístico se realizó mediante prueba de Chi cuadrado (χ²) para determinar asociaciones significativas entre la condición de crianza y los indicadores reproductivos.
Resultados: crianza biológica, mejores desempeños
Los resultados fueron contundentes. De las 150 hembras evaluadas (entre las cuales había hermanas completas en ambos grupos), 109 fueron criadas por su madre biológica y 41 fueron adoptadas. De las primeras, todas fueron seleccionadas para reposición; mientras que solo 21 de las adoptadas superaron esa etapa. Asimismo, 19 de las hembras criadas por su madre lograron parir, en contraste con apenas una de las adoptadas. Se observó una fuerte asociación entre haber sido criada por la madre biológica y una mayor probabilidad de manifestar celo, ser inseminada y parir (p<0,001 y p<0,05, según el caso) (Tabla nº1).
Estos hallazgos coinciden con investigaciones que resaltan la importancia del contexto social y ambiental temprano sobre la conducta reproductiva. Algers (1993) y Nacipucha (2014) señalaron que las hembras que adoptan lechones presentan mayores frecuencias de amamantamientos no nutritivos y reducen el tiempo de amamantamiento, lo que podría afectar la calidad del vínculo madre-cría. Por otro lado, Williams (2004) y Champagne (2011) destacan que la separación temprana de la madre puede alterar patrones conductuales y fisiológicos relevantes para la reproducción.
Conclusión
Este estudio aporta evidencia sobre el impacto que tiene la crianza temprana en el desempeño reproductivo de futuras cerdas. Las hembras criadas por su madre biológica mostraron una mayor tasa de selección, expresión de celo y éxito reproductivo en comparación con las adoptadas. Estos resultados sugieren que, en granjas donde se busca maximizar la eficiencia y longevidad del plantel reproductor, es recomendable evitar la adopción cruzada de las lechonas destinadas a reposición. Más allá de la genética o el manejo nutricional, la crianza temprana emerge como un factor ambiental decisivo para el futuro productivo de la cerda.